El día que Chivas silenció al Morumbí

El fútbol mexicano sigue añorando los tiempos de Copa Libertadores, competición donde se lograron hazañas que quedarán marcadas en la memoria de los aficionados. Esta vez toca recordar a uno de los equipos más espectaculares en representar a México: las Chivas semifinalistas del 2006.

Antes de la época de José Luis Higuera, Angélica Fuentes o de los escándalos extra cancha y los líos del descenso, existía un Club Deportivo Guadalajara totalmente diferente, uno que infringía temor cuando se paraba en canchas sudamericanas.

Ya con el antecedente de haber hecho una honrosa Copa Libertadores 2005, donde llegaron a Semifinales tras eliminar al Pachuca y golearon 4-0 a Boca Juniors, el Rebaño Sagrado llegó a esta nueva edición con la difícil tarea de ser el primer club nacional en levantar el trofeo.

El primer golpe de autoridad se dio al eliminar en repechaje al Colo-Colo, equipo que a la postre sería multicampeón en Chile y que tenía en su plantilla a figuras como Claudio Bravo, Matías Fernández, Jorge Valdivia, Humberto Suazo y Héctor Mancilla -como olvidar la Final de Copa Sudamericana ante el Pachuca.

Guadalajara compartió el grupo uno con el Cienciano de Perú y el Caracas de Venezuela, rivales relativamente accesibles, y con el temible Sao Paulo de Brasil, campeón vigente de la competencia y del Mundial de Clubes.

Así transcurrieron las jornadas hasta llegar a la número 4, cuando ambos equipos se vieron las caras por segunda ocasión. Chivas le había propinado un doloroso golpe al abollarle la corona al campeón con un triunfo de 2-1 en Guadalajara, pero esta vez las cosas pintaban para ser diferentes.

El club brasileño sumaba una racha de 18 años, diez meses y 27 días sin perder en el Estadio Morumbí en Copa Libertadores. Treinta partidos se llevaron a cabo y en ninguno se vio caer el local; el panorama para el Rebaño lucía más que desalentador.

Así comenzó un partido trabado. Mientras Sao Paulo buscaba hacerse presente en el marcador, unas Chivas con mucho carácter le apostaban a los contragolpes. Ambos equipos tuvieron sus opciones hasta que al minuto 33 Aloisio prendió una volea para vencer a Oswaldo Sánchez y adelantar a los brasileños.

Antes del medio tiempo Guadalajara consiguió el empate gracias a Sergio Santana, uno de los goleadores más infravalorados de nuestro fútbol, quien remató de cabeza un preciso centro del Bofo Bautista.

El segundo tiempo se convirtió en una auténtica guerra de patadas y codazos con el clásico arbitraje localista de la Conmebol. Omar Bravo salió expulsado al minuto 72 tras un encontronazo con Diego Lugano, y la situación se ponía crítica para el club mexicano al quedarse con diez, sin embargo un contragolpe al minuto ochenta orquestado por el Venado Medina cambiaría las cosas.

El 10 del Rebaño desbordó y mandó un centro para Diego Martínez, quien con frialdad se quitó a Rogerio Ceni del camino y definió para marcar el gol que derrotaría por segunda vez en la competencia a los actuales monarcas, y pondría fin a una de las rachas más impresionantes de la Copa Libertadores.

Pasaron quince minutos, eternos para el chiverío, insignificantes para los brasileños, pero al final, sólo fue tiempo de trámite para la anécdota, pues la historia estaba escrita, ese día las Chivas silenciaron a todo el Estadio Morumbí.

Ambos equipos se verían las caras otra vez en la ronda de Semifinales, donde desafortunadamente las cosas no fueron iguales y el Sao Paulo firmó su pase a la Final tras vencer 4-0 en el global al equipo mexicano.

Otro equipo que impresionó a Sudamérica fue Cruz Azul, ¿recuerdas el día que dieron cátedra de juego en todo el continente?

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