El talento regresa a su cuna. Y es que después de una extensa carrera como director técnico en varias entidades de renombre a nivel mundial, Javier Aguirre está de vuelta en México.
Muchas veces declaró que era muy difícil que regresara a dirigir en nuestro país debido a todo el tiempo que ha vivido alejado de la Primera División mexicana, alegando desconocimiento del medio.
Una declaración un poco risible de parte de uno de los entrenadores más importantes de toda la historia de nuestro balompié. Al final el proyecto (y los dólares, por supuesto) del Monterrey lo convenció y hoy lo tendremos cada semana emanando su particular estilo.
Aguirre logró una bastante buena trayectoria como futbolista profesional, destacando como un jugador rústico, fuerte, imponente. Su mejor época la vivió con el América, como parte de la gran década ochentera e incluso marcando un golazo en la final de la 83-84.
Fue pionero en marcharse a jugar a Europa, participando con el Osasuna, aunque sólo durante 13 partidos. A pesar de su pasado Águila, terminó su carrera en el Guadalajara, también como pieza angular del equipo en donde jugó 181 veces en seis años.
También con la Selección Mexicana fue un constante y jugó en todos los partidos del Mundial de 1986, poniendo el pase de aquel bellísimo gol anotado por Manuel Negrete.
Miguel Mejía Barón le dio la primera oportunidad de mostrarse como auxiliar técnico a inicios de los 90, luego de su retiro. Acudió al Mundial de 1994 y en el 96 recaló en su primer equipo, el Atlante.
Como ha sido una constante en su trayectoria como entrenador, logró salvar del descenso a los Potros y después se marchó dos años a España para continuar su preparación.
Al volver a México Pachuca le dio la oportunidad. Con los Tuzos alcanzó dos finales y ganó una, con el Gol de Oro de Alejandro Glaría a Cruz Azul.
Esto lo llevó directamente a salvar otro barco, más bien navío, que se hundía peligrosamente en las eliminatorias rumbo a Corea-Japón 2002: la Selección Mexicana.
Con esas mangas de camisa arremangadas y las amplias manchas de sudor expandidas por todo el cuerpo, el Vasco Aguirre tomó el liderazgo de un Tri amenazado de muerte.
De la mano de Cuauhtémoc Blanco y del Cruz Azul subcampeón de la Libertadores 2001, comenzó a levantar al combinado, partido a partido. Venció primero a Estados Unidos en un resultado de suspiro en el Estadio Azteca.
Luego voló a Kingston para derrotar de visita a Jamaica y regresó a nuestro país para apabullar a Trinidad y Tobago. Un empate a ceros en su visita a Costa Rica no logró aguar la fiesta de la victoria contra Honduras en un contundente 3-0 que volvió a llenar nuestros corazones de esperanza.
Ya en el Mundial la decepción fue inmensa con la derrota ante los gringos en octavos de final y esa fue la temporal despedida del Tricolor.
Sólo pudo dirigir a los Colchoneros durante dos años y medio, pero los llevó de vuelta a jugar en la Europa League y la Champions, en una época en que los rojiblancos vagaban por las aguas de la mediocridad.
Luego de su destitución era llamado nuevamente a Selección Mexicana, cumpliendo con su rol histórico y devolviendo una vez más la ilusión mundialista, por supuesto a lado del histórico 10 mexicano.
También se le ocurrió la grandiosa idea de patear a un jugador panameño en pleno partido de Copa Oro, situación escandalosa que ni él mismo supo explicar y que le acarreó tres partidos de suspensión.
Ya en el Mundial, y antes del juego de octavos de final ante Argentina, se mostró en conferencia de prensa con una actitud absurda, fuera de lugar y muy extraña para un técnico de su calidad y profesionalismo.
Esto le acarreó muchísimas críticas y aunque ha declarado después que lo hizo para dispersar la presión, no sirvió de nada ya que el equipo salió hundido en miedo y fuimos aniquilados por los sudamericanos.
Llegaba una vez más como bombero para rescatar al Zaragoza. Y lo logró, por supuesto. Tras una campaña de mucha batalla, venció al Levante en la última jornada y fue suficiente para mantenerse en la primera categoría.
Fue también en esa época donde se le acuso de amaño de partidos, una situación gravísima que lo persiguió durante varios años y aunque al final se aclaró, le costó mucho.
Después del Zaragoza comenzó una peregrinación relativamente infructuosa. Dirigió al Espanyol y luego fue llamado por Japón.
Tristemente la eliminación en la Copa de Asia y el tema de los amaños acabó con su emocionante dirección técnica nipona. Los estrictos dirigentes japoneses no podían sostenerlo en el cargo y fue despedido.
Fue entonces se marchó a ganar petrodólares. En el Al Whada de Emiratos Árabes consiguió tres campeonatos y eso lo llevó a dirigir a una nueva Selección: Egipto. Un año le duró el gusto, ya que la derrota en Octavos de final de la Copa África fue suficiente para ser removido del cargo.
Por último y antes de su lejano regreso a tierras aztecas, Aguirre intentó salvar de la quema al Leganés en la 2019-20. Lamentablemente no le alcanzó y aunque parecía estar cerca, el club se fue a Segunda División.
Después del parón por la pandemia y de un torneo en que el Turco Mohammed no logró levantar al penúltimo campeón del futbol mexicano, Monterrey anunció que Aguirre será su nuevo entrenador.
Con una pinta diametralmente opuesta a la que veíamos de Javier en su campeonato tuzo en 2001, tenemos de vuelta al Vasco.
Un verdadero personajazo de nuestro futbol, histórico, legendario, al que le quedan muchísimos años por ver. Emociona pensar lo que puede lograr en su retorno triunfal, ganador y reconocido.
Sin duda es refrescante sumarlo a la muy reciclada baraja de entrenadores nacionales y extranjeros que llevan diez años inundando los equipos de Primera División.
Esperaremos a ver cómo finaliza la Pandilla en este Guard1anes 2021 que está por comenzar y deseamos que Aguirre nos siga regalando sus clases de dirección técnica y conocimiento profundo del deporte que ama.
Suerte, Vasco.
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