Dos años después de la dolorosísima derrota contra Estados Unidos en la final de la Copa Oro de 1991, se realizaba la segunda edición del torneo de la CONCACAF.
Las fechas anunciadas para la competencia eran del 10 al 25 de julio de 1993, tan sólo seis días después de la gran final de la Copa América de Ecuador, a la que el Seleccionado Mexicano había llegado con mucha autoridad, pero que lamentablemente perdió ante Argentina.
La afición se quedaba con un grato sabor de boca con la primera participación mexicana en el torneo de selecciones más antiguo del mundo y esperaba repetir las celebraciones, pero esta vez con un trofeo de por medio.
El Tricolor tendría que luchar por este nuevo título de Copa Oro con algunas ausencias de jugadores esenciales en el torneo sudamericano, como Hugo Sánchez, Luis García, Beto García Aspe y Benjamín Galindo, pero mantenían a la gran figura Jorge Campos, además de los baluartes en la defensa Claudio Suárez y el gran capitán Nacho Ambriz.
Adelante estaríamos muy bien cubiertos por Luis Roberto Alves “Zague”, que cumpliría con un papel extraordinario.
Como experimento, las autoridades decidieron repartir los partidos sólo en dos estadios, pero de dos países diferentes. Es importante añadir que en esta época los triunfos sólo otorgaban dos puntos.
El Grupo A, conformado por Estados Unidos, Jamaica, Honduras y Panamá, se definiría en el Cotton Bowl de Texas; mientras que el sector B, en el que competían México, Costa Rica, Canadá y Martinica, se adueñaría del legendario Estadio Azteca.
La pequeñita isla del caribe era el primer rival de los verdes. Los martiniquenses jamás han destacado a nivel internacional y se esperaba un racimo de goles nacionales, lo que por supuesto sucedió.
Apenas habían pasado 11 minutos cuando Ramón Ramírez se tomó todo el tiempo del mundo y desde la banda izquierda centraba a placer para que Zague se barriera y firmara el primero, con todo y el error en su playera.
Diez minutos después el espigado punta hacía un globito extraordinario, pero luego se iba de espaldas y apenas punteaba la pelota, que absolutamente no llevaba dirección de portería y era desviado por un defensor caribeño, pero que contó como suyo.
Se tuvo que esperar hasta el 39’ para el tercero del partido, también de Luis Roberto, a pase sencillo de Jorge Rodríguez, para una definición con la izquierda.
Después el Hijo de Tepic volvía a entrar al área con despreocupación y con una picadita por encima del arquero, definía el 4 a 0 antes de terminar el primer tiempo.
Al regresar del descanso Zaguiño concretaba su poker de goles a pase del mismísimo Jorge Campos, quien había sustituido por Alejandro “El Gallo” García en la portería.
En el minuto 76’ el hijo del Lobo Solitario recibía un perfecto pase largo de Coyote e intentaba otro sombrerito, pero su pelota se iba demasiado fuerte y entraba a gusto a la portería.
El partido ya iba 6 por 0 y la cuenta todavía no se acababa. Al 84’ el guardameta Marc Lagier hacía una jugada al puro estilo de la CONCACAF y con su barrida resbalón le regalaba la pelota al americanista, quien por supuesto no fallaba, para el gusto de los aficionados presentes.
El gol con el que Luis Roberto impuso el récord de más anotaciones en un solo partido para un mexicano fue muy bueno. Alberto Coyote lanzó un centro delicioso y el máximo goleador del América la agarró de volea para romper la red e ir a festejar con su característico panzazo en el minuto 90.
Desafortunadamente Martinica no está afiliada la FIFA y esos siete goles de Zaguiño no contarían para la estadística oficial.
Apenas unos instantes después Juan Hernández definía y cerraba el escandaloso marcador de 9 a 0. Una locura.
A continuación se jugaría el único partido que representó algo de competencia para la Selección Mexicana.
Costa Rica no contaba con las grandes figuras de los 2000 y 2010, pero con garra se plantaron de visita en el Estadio Azteca.
Tras un tiro de esquina el rebote le caía a Ambriz, que disparaba potente y la defensa desviaba hacia afuera. Luego Rodríguez la empalmaba de derecha, pero Lonnis hacía una buena atajada a primer poste.
En un tiro libre donde todos los jugadores del área literalmente danzaban, el centro fue malísimo y sólo servía para que Campos luciera su uniforme rosado en la media cancha.
Luis Miguel Salvador hacía una buena jugada por derecha, pero su centro era rechazado por Maximilian Peynado. En la siguiente acción los ticos se volvían a salvar tras un recentro en el área chica.
El número 7 de Costa Rica, que curiosamente se llama Michael Myers, le ganaba en la carrera a Ramírez y centraba retrasado para que Juan Cayasso disparara. La pelota rebotaba en Juan Hernández y vencía a Campos. El técnico costarricense pedía calma y los centroamericanos celebraban la victoria de visitante.
Luego Nacho Ambriz mandaba un tremendo zapatazo que casi le dobla las manos a Lonnis, pero que no cruzaba la línea de gol. En la jugada inmediata Rodríguez cabeceaba, pero su pelota pegaba en la parte externa de la red.
Myers otra vez ganaba la banda, pero su centro rebotaba hacia arriba y Campos la tomaba. Otra vez la banda izquierda de México se vulneraba y Floy Guthrie entraba al área. El Brody le hacía su clásica finta de caerse, pero el Tico no caía e intentaba centrar, pero la pelota regresaba a sus pies y disparaba a puerta. Campos se lucía con su atajada y la defensa despejaba.
En el contragolpe azteca Ramón Ramírez hacía una gran descolgada por izquierda, pero su remate se estrellaba en el portero y esa era la última del primer tiempo.
En el complemento el Nayarita se peleaba con su marca y en ese tiro libre Zague remataba descompuesto, pero el tico Javier Delgado desviaba a su propia meta para empatar el marcador.
Costa Rica intentaba sorprender de lejos, pero Campos ni se inmutaba. Luego en un tiro de esquina Suárez remataba, pero la defensa centroamericana salvaba en la raya.
Luis Roberto intentaba de fuera del área, pero se iba muy abierto. Los ticos tuvieron una muy clara antes del final, pero los de Mejía Barón alcanzaban a salvar el empate.
El tercer partido del grupo se jugaba contra Canadá el 18 de julio de 1993. Prácticamente arrancando, Zague centraba desde la izquierda para la llegada de Rodríguez, que con simpleza cacheteaba la pelota.
El canadiense Watson jalaba del brazo al delantero águila y se marcaba el penal, que era desperdiciado por Ramón Ramírez. No obstante en el 24’ Octavio Mora definía el gol que daba la tranquilidad.
Luego Salvador fallaba solo en el área y el portero hacía una buena atajada en el contrarremate de Ramírez. El doblete de Mora llegaba en un tiro de esquina, donde cabeceaba muy bien en medio de tres hombres canadienses.
Dos minutos después Jorge Rodríguez cedía la pelota con delicadeza y Zaguiño, de volea, marcaba su octavo gol del campeonato.
Ya con los ánimos por los suelos, el portero Craig Forrest se recortaba a sí mismo y Luis Roberto entraba caminando al área chica, para después patear la pelota hacia adentro.
En otra jugada muy parecida, el camiseta número 11 fallaba solo frente al guardameta. El primer tiempo terminaba 5 por cero y era apenas el principio de la masacre.
Y es que en el complemento los mexicanos no tuvieron compasión. Primero Zague se estrellaba con el portero y Jorge Rodríguez disparaba muy abierto.
El Gallo volvía a porterear para que Campos jugara adelante y repelía una de las pocas jugadas de relativo peligro norteamericano.
Jorge Rodríguez Esquivel, aquel poco recordado volante que volaba por la banda y que tuvo que retirarse a los 28 años por una enfermedad, clavaba un golazo extraordinario por encima de la barrera.
El séptimo y octavo gol azteca eran obra de Luis Miguel Salvador con dos excelentes asistencias del Brody Campos. El primero lo definía con tranquilidad y con la izquierda. El segundo con un quiebre de cintura y un tiro imposible para el maltratadísmo portero canadiense, quien incluso se tiraba hacia el otro lado.
La primera ronda terminaba con 18 goles a favor y sólo 1 en contra, con lo que México se amarraba, como de que no, el primer lugar del grupo B.
Las semifinales también serían una burla. Y no por la escuadra nacional, que estaba cumpliendo a cabalidad su papel de equipo grande de la confederación, si no por sus rivales que estaban a años luz del nivel de los mexicanos.
Jamaica era el equipo contrario y mostraba cerro resistencia. Primero Luis Miguel anunciaba la superioridad con un disparo desviado y luego, al 9’, Del Olmo proyectaba a Ramón, quien se acomodaba con la cabeza y avanzaba para centrar la pelota que atravesaba toda el área y Salvador la empujaba solito.
El mismo jugador atlantista hacía una jugada en corto con Mora, para que la nueva contratación del Cruz Azul marcara su gol.
Prácticamente en la siguiente jugada, Hector Wright le ganaba en la carrera al Emperador y con una buena pierna izquierda marcaba el del descuento.
Sin embargo no les duraba mucho el justo a los inocentes caribeños, ya que Nacho Ambriz los madrugaba y Mora le devolvía la asistencia a Salvador. El partido se ponía 3-1 y el Azteca festejaba todos los goles con la misma enjundia.
Zague fallaba un cabezazo en el área chica y el bigotón Octavio se estrellaba con el poste, pero luego luego Salvador aprovechaba otra broma de los jamaiquinos para marcar su Hat Trick y llevarse el balón a su casa.
Alves cruzaba demasiado su disparo y en otra jugada era trastabillado. El penal estaba a cargo de Salvador, pero su tiro estuvo lleno de soberbia y el portero atajó correctamente.
Ya en el segundo tiempo los de amarilo empezaron a patear y tras el derribo de Luis Roberto en el área, el del América tomaba la pelota y anotaba el tiro penal.
En un nuevo centro del de Tepic, Luis Miguel recentraba para la llegada de Ambriz, quien no dudaba y se hacía presente en el marcador, para cerrar la cuenta.
El resto del partido sólo sirvió para ver dos nuevas pifias del de los Potros y para que Jorge Campos se luciera frente a su gente. El portero delantero incluso estrelló una pelota en el poste, al igual que Jorge Rodríguez.
Con un improductivo, pero muy divertido marcador de seis goles a uno, México llegaba a su primera final de Copa Oro, en esta su segunda edición.
El grupo A también fue fácilmente dominado por los Estados Unidos. Primero venció por 1-0 a su similar de Jamaica con gol de Wynalda.
Ante Panamá lo tuvo un poco más difícil, puesto que los canaleros iniciaban ganando, pero otra Vez Wynalda y el segundo de Dooley eran suficientes para darle la vuelta.
Contra Honduras, bastó un gol de tiro de esquina, aunque los catrachos reclamaron con fiereza un gol anulado por supuesto fuera de juego.
En semifinales se topaban con Costa Rica, que no se las puso nada fácil. Primero Dooley la mandaba a las manos del portero tico. Luego Lonnis se recostaba para una atajada espectacular y mantenía el cero.
El afamado Mike Myers se aproximó con peligro por derecha, pero su disparo se fue muy abierto, en la única de peligro centroamericano del primer tiempo.
Ya en la segunda mitad, Dooley volvía a probar de lejos, sin suerte. Tab Ramos se lucía con un centro bellísimo que su compañero agarró de palomita y se fue a estrellar al poste. En esa misma jugada Roy Meyers explotó su velocidad y llegó al borde del área, pero con una barrida quirurgica Kooiman le sacaba el balón limpiamente.
Tras un delicioso recorte de Wegerle, Wynalda se devoraba el gol que daba la victoria, ante otra buena participación de Erick Lonnis.
Otra vez al contragolpe Myers cedía al centro del área, pero no fructificaba la jugada. Henderson disparaba raso, pero tampoco lo lograba y el juego se iba a los tiempos extra.
Tras una bajadita de balón, Delgado lo intentaba de fuera del área, pero su pelota se iba apenas desviada.
Los Estados Unidos sacaron un zapatazo, pero otra vez el portero de Saprissa, mundialista en 2002, atajaba de manera espectacular.
Sin embargo ya no pudo hacer nada al minuto 103. Kooiman agarraba de volea un gran centro de Cobi Jones y anotaba el gol de oro que dejaba tendido a los ticos.
Así se terminaba el partido más emocionante de la Copa Oro de 1993, donde Costa Rica merecía mucho más y se iba con la cara en alto. Su premio de consolación fue el partido por el tercer lugar, en donde vencieron a Jamaica.
La gran final entre México y Estados Unidos por supuesto que era una revancha. Después de aquel doloroso 2-0 de la semifinal hacía dos años, los seleccionados mexicanos tenían una deuda pendiente y estaban dispuestos a cobrarla.
El 25 de julio de 1993, en el Estadio Azteca, Miguel Mejía Barón mandaba a sus mejores hombres, dispuesto a quedarse con el título de Gigante de la CONCACAF.
Incluso el poco afamado expresidente Carlos Salinas de Gortari estaba presente, con bandera de México y toda la cosa.
Los oles llegaron desde el principio y se notaba la desconfianza gringa. El primero llegó rapidísimo. En un contragolpe, Jorge Rodríguez era derribado a muchos metros del área. Sin embargo el capitán Ambriz tomaba la bola y con un espectacular cañonazo que agarraba curva, hacía celebrar a Gortari y a todo el Estadio Azteca.
El miedo carcomía las ilusiones estadounidenses. Al 31’ Ramón Ramírez filtraba a Zague, quien no quiso tirar a puerta y prefería centrar. Desmond Armstrong, mundialista en Italia 1990, intentaba… algo y empujaba la pelota a su portería, para poner el 2-0.
México no dio su mejor partido y a medio gas, como en toda la Copa, se metía el partido a la bolsa.
Estados Unidos mostró una leve mejoría y de aire Wegerle la mandaba por fuera, en una de las pocas aproximaciones blancas.
En el complemento México apretó un poco las tuercas y Juan Hernández exigía a Meola con un disparo cruzado. En otro tiro libre Ambriz volvía a sacar un bombazo, que esta vez sí podía expulsar el arquero del Fort Lauderdale Strikers, pero en el contrarremate se hacía una maraña con el balón y luego el Emperador Suárez la mandaba al travesaño.
Al 61’ Luis Miguel Salvador se estrellaba contra el portero gringo y se iniciaba un pequeño conato de bronca, pero el cansancio había agotado tanto a los vecinos del norte, que ni ganas les dio de pelear.
Diez minutos después cayó el tercero. En una jugada que iniciaba Campos, Del Olmo mandaba una larga diagonal hacia la izquierda, donde Ramírez recibía y cedía a Zaguiño. El delantero del América le pegaba abajo y el portero desviaba, pero la pelota se colaba a la portería.
Nueve minutos después el Tato Noriega mandaba un centro potente y Luis Roberto intentaba empujarla, pero Meola escupía. En el contrarremate Guillermo Cantú la empujaba y caía el cuarto.
Salinas de Gortari aplaudía y celebraba sonriente, tal vez anticipando la enorme crisis del año siguiente, que hundió en la miseria a millones de mexicanos. Pero contento, eso sí, por la aplastante victoria del equipo nacional.
México vencía con extrema facilidad a los Estados Unidos y a todos los equipos de la Copa Oro en la altura del Estadio Azteca. Nacho Ambriz recibía el gigantesco trofeo y los nacionales celebraban su primer título de la confederación.
Alves se quedaba con un balón de cristal por sus 11 goles anotados en 5 partidos y así se terminaba esta nueva versión de la Copa Oro.
El combinado nacional viviría tres años de buen futbol, pero con la decepción mundialista de 1994, antes de repetir el campeonato local, aunque esta vez ante la pentacampeona del mundo. Pero esa es otra historia de Leyendas del Futbol Mexicano.
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