El futbol mexicano está lleno de grandes rivalidades, una de ellas es la de Pumas y América, quienes han protagonizado encarnizadas luchas por el trono del futbol mexicano.
Una de las más recordadas se dio en la temporada 90-91, cuando los dos equipos regalaron una serie de juegos para el recuerdo.
En aquella ocasión la UNAM dio un torneo de ensueño y calificó en Primer Lugar general luego de sumar 55 puntos en 38 partidos, fruto de 25 triunfos, 5 empates y tan sólo 8 derrotas, mientras que las Águilas fueron cuartos tras hacer 43 puntos, 15 triunfos, 13 empates y 10 derrotas.
En aquel momento los torneos constaban de dos vueltas antes de definir la Liguilla. En la temporada regular Pumas le pegó 5-2 en CU a las Águilas en la Jornada 17 y en la 36 el América se vengó y les pegó 1-0 en el Azteca.
El camino en Liguilla fue sencillo para ambos clubes. Pumas barrió 6-1 en el global al Atlético Morelia tras gana 1-0 y 5-1, mientras que en Semifinales venció 2-0 y 1-0 a Puebla para calificarse a la Final.
América por su parte empató 0-0 con U de G en la ida de los Cuartos de Final pero fue capaz de solventarlo todo en la vuelta con un triunfo de 3-1, tras esto dejó en Semis a su archirrival Guadalajara al propinarle un doloroso 5-0 global con triunfos de 2-0 y 3-0.
La Final de ida fue movida y peleada hasta el final. Pumas llegaba con el antecedente de haber perdido las finales de 1985 y 1988 ante los de Coapa pero con el cartel de favoritos tras haber finalizado la temporada como líderes, equipo con más goles, más triunfos y también tener al campeón de goleo Luis García.
El resultado fue de 3-2 para las Águilas, sin embargo la situación era comprometedora al tener la desventaja de haber recibido dos goles de visitante, el primer criterio de desempate.
Para la vuelta el cuadro universitario no se rindió y salió a buscar la anotación que le diera el título, parecía que no se daría pues América defendía y cerraba sus espacio a la perfección, pero todo cambió cuando Ricardo Ferreti, leyenda del club, cobró con potencia un tiro libre que venció al arquero azulcrema e hizo estallar en éxtasis a los asistentes.
El marcador de 1-0 no se movió, la igualdad de 3-3 global le dio el título a los universitarios y en una esquina el Tuca lloró ya que, sin decirle a sus compañeros, había decidido colgar los botines esa temporada pasara lo que pasara.
“Es de los goles más significativos porque culmina con muchas cosas, por todo lo que representó: Pumas, el gran rival América, también Pumas había perdido anteriormente títulos con América, creo que hasta para la institución fue significativo; me acuerdo que termina el partido y me voy al vestidor con Quintín y Roberto (los utileros) y estaba platicando con ellos ahí adentro, después del título y pensar en todo lo que había pasado. Gracias a Dios las cosas se dieron bien porque fue un año perfecto, fuimos número uno en todos los renglones y se culminó con el campeonato. Uno como jugador puede hacer las cosas, uno está ahí en la cancha, como jugador es mil veces mejor ser campeón, uno está ahí adentro, uno lucha, se entrega, hace un gol o salva un gol... como entrenador es bonito ver a tu gente, a los jugadores, a los directivos, pero como jugador es más padre”.
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