Entre 2006 y 2009 el Pachuca fue uno de los equipos más temidos de México. Su época dorada le permitió conseguir dos Ligas MX, la Concacaf Champions League, ir al Mundial de Clubes y también ganar la prestigiada Copa Sudamericana, sin embargo, hubo una final que se le escapó a este equipo prácticamente invencible.
En el torneo Clausura 2009, el equipo dirigido por Enrique Meza se encargó de dejar claro su poderío al consumarse como líder general de la competencia con 36 puntos, fruto de once partidos ganados, tres empatados y el mismo número de encuentros perdidos.
Su plantel contaba con nombres como Christian GIménez, Jaime Correa, Paul Aguilar, Damián Álvarez y Gabriel Caballero, todos ellos jugadores experimentados y ganadores, sin embargo, había uno que probablemente se destacaba de todos: el fallecido Miguel Calero.
En una época donde estaba Federico Vilar, Hernán Cristante, Corona, Ochoa, Oswaldo Sánchez y demás, el arquero colombiano era considerado como uno de los mejores jugadores que se paraban semana a semana bajo los tres postes y uno de los más seguros, sin embargo, un error suyo le costó el título a los Tuzos.
Tras acabar la temporada regular, el Pachuca tuvo unos cuartos de final de ensueño donde eliminó sin angustias a los Jaguares de Chiapas por 5-1 en el marcador global. Después tuvieron una apretada serie de Semifinales ante Indios Juárez, donde el marcador global les favoreció 4-3.
Mientras tanto estaban los Pumas, un equipo dirigido por Ricardo Ferreti que ya había tenido años antes la oportunidad de ser campeón pero cayó ante el sorprendente Atlante. La UNAM firmó su pase en esa liguilla en tercer lugar gracias a los 28 puntos que sumaron, ganando ocho juegos, empatando cuatro y perdiendo cinco.
En liguilla, los Universitarios tuvieron un regreso sorprendente en Cuartos de Final, donde habían caído 2-0 en la ida ante los Tecos de la UAG para después remontar y ganar 3-0. Posteriormente, victimaron al Puebla de los pelones del Chelís Sánchez Solá, donde quedaron 3-3 en una sorprendente serie que le dio el pase a los Felinos por su mejor posición en la tabla general.
Finalmente llegó la hora de definir al campeón. Pachuca cayó 1-0 en su visita a C.U. con un gol de Dante López, sin embargo todo pintaba para que el líder general y multicampeón mexicano le diera la vuelta en el Estadio Hidalgo.
Con jugadores como David Toledo, Cachas Iñiguez, Sergio Bernal y Marco Palacios, la UNAM salió a plantarle cara a un histérico superlíder que buscaba cuanto antes igualar las circunstancias, algo que lograrían gracias a una impecable ejecución de penal de Christian Giménez.
Siguieron los constantes embates Tuzos, sin embargo, Pumas consiguió el empate gracias a que Dante López remató de media vuelta en la única llegada universitaria.
El Chaco consiguió otra vez el empate global y para añadir más drama, Javier Muñoz Mustafá salió expulsado tras una falta sobre Martín Bravo.
Fue en los tiempos extra, y cuando parecía que todo acabaría en penales, que aparecieron el héreo y el villano más impensados: Pablo Barrera tomó la pelota, se enfiló a la portería y sacó un tiro centro que no lucía tan peligroso, pero que Miguel Calero fue incapaz de desviar o contener. El roce del Cóndor colombiano le añadió dramatismo a una pelota que lentamente giró hasta cruzar la línea de gol y poner el 3-2 que sería definitivo, la historia estaba escrita: Pumas era el destinado a ser campeón.
Esa final marcó el cierre para varios de sus protagonistas, pues al poco tiempo, Ricardo Ferreti estaría dirigiendo a Tigres, Christian Giménez jugaría en el Cruz Azul, al igual que el Ojitos Meza pasaría a dirigirlos, Damián Álvarez se iría a los Tigres y Pablo Barrera y Efraín Juárez al extranjero.
Sin lugar a dudas, aquel partido entre Pumas y Tuzos será una de las definiciones por el título más recordadas en la historia del futbol mexicano.
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