, abril 19, 2024

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Así jugaba CARLOS REINOSO, el más grande AMERICANISTA de toda la historia (1964-1980)


  •   18 minutos
Así jugaba CARLOS REINOSO, el más grande AMERICANISTA de toda la historia (1964-1980)

El América tuvo buenos años de gloria en la época amateur del futbol mexicano y aunque la década de 1980 fue la más importante para el equipo en cuanto a títulos se refiere, los años 70 fueron el trampolín para que los Cremas empezaran a diseñar su grandeza.

Hubo muchos arquitectos que construyeron la historia americanista en esos tiempos, pero hubo un chileno que, con sus piernas privilegiadas, impactaría no sólo al equipo de Coapa, sino a todo el futbol nacional.

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Carlos Enzo Ezequiel Reinoso Valdenegro nacía en Santiago de Chile el miércoles 7 de marzo de 1945. Su padre, que pudo ser profesional pero la fiesta le orilló a tomar el oficio de albañil, le regaló una pelota, su único juguete de la infancia.

Horas y horas de patearla contra las paredes de un pequeño cuarto fueron dando forma a lo que un día se convertiría en una inmaculada técnica individual.

Carlos en el Audax Italiano

A los 15 años jugó un partido contra las reservas del equipo chileno Audax Italiano y marcó seis goles, con lo que fue invitado de manera inmediata a sumarse, a cambio de 30 pesos chilenos y dos trajes.

Tan sólo ocho meses después subió al primer equipo y luego fue convocado a la Selección Juvenil de Chile.

Debut con Chile

Su debut con la mayor se dio el 20 de abril de 1966 en la victoria ante Brasil, correspondiente a la Copa O’Higgins. Pudo asistir al mundial de Inglaterra, pero al final fue descartado. El primer gol de Reinoso con la Roja llegaría un año después, en un amistoso frente a Argentina.

Con el Audax formó parte de un gran cuadro que incluía al Ratón Zárate y en donde la directiva lo cuidaba como si fuera un hijo. En 1968 consiguió el título de goleo en la Liga Chilena, a pesar de no ser delantero.

En el club audino acabó por pulir su impresionante manejo de balón, evidenciando que era un futbolista diferente, con cualidades muy poco comunes.

Para 1970 es llamado por el Colo-Colo para participar en un cuadrangular amistoso frente al Santos de Pelé y al América de México.

Al minuto 89’ del partido frente a los brasileños, Carlos clavó un golazo magnífico para poner el marcador 4-2. Este tanto fue suficiente para que el Peixe le pusiera el ojo encima.

Sin embargo, Carlos jugó 45 minutos a manera de préstamo con el América, que se enamoró de él, se apuró y desembolsó 23 mil dólares de la época, que hoy serían unos 150 mil billetes verdes. Una fortuna para esos tiempos, que por cierto entró en efectivo a Chile, ya que en ese país estaban prohibidos.

En el Audax Italiano, el santiaguino jugó 158 partidos y marcó 73 veces.

Carlos en América

Reinoso vino casi a la fuerza, ya que su objetivo era jugar con el Rey Pelé e incluso le prometió al equipo que en seis meses se regresaba a Brasil. Llegaba a México en febrero de 1970 a regañadientes, sin tener idea de lo que estaba a punto de ocurrir.

Participó en el torneo corto México 70’ que se jugó antes del mundial. Sin embargo comenzó su camino de grandeza hasta la 70-71.

Armando una gran dupla junto a Enrique Borja y dirigidos por José Antonio Roca, los americanistas firmaron un torneo buenísimo y con 17 victorias se posicionaron en el primer lugar de la tabla y de su grupo.

Y es que para ese torneo, por primera vez en la historia, se jugaría una especie de liguilla. Los equipos se dividieron en dos grupos de nueve y los dos primeros lugares avanzaban a la gran final.

Final México 70

América se enfrentaría al Toluca para definir el campeonato. Los choriceros buscaban su tercer título y los Cremas apenas iban por el segundo, al menos de la época profesional.

La ida se consumió en un 0-0 en la capital del Estado de México. La vuelta era, por supuesto, en el mismo estadio donde sólo un año antes Pelé se había encumbrado como una figura universal y Carlos Reinoso no se iba a quedar atrás.

Toluca iniciaba con la bayoneta calada y la defensa americanista contenía con sangre fría. Luego el chileno arrastraba la bola por tres cuartos de cancha, pero su tiro-centro era muy débil.

En la siguiente jugada Romo cometía una falta en la orilla del área y se cobraba el tiro libre indirecto, que se estrellaba contra la barrera. Después de un par de rebotes, Reinoso sin dudar remataba con la pierna izquierda con una potencia tal, que Roberto Silva sólo fungió como espectador de un golazo inolvidable.

Toluca respondía con un tiro potente, pero Prudencio Cortés rechazaba. Reinoso seguía manejando los hilos de la media cancha y Toluca entraba en desesperación.

Vicente Pereda sacó un izquierdazo, pero el Pajarito desviaba a mano pelona, como en los viejos tiempos, para luego salir por el balón en el tiro de esquina.

Enrique Borja intentaba un taconazo imposible, más el arquero cortaba la jugada. Carlos recibía una falta y luego soltaba una patadita como sin querer.

Monito Rodríguez corrió como guepardo por la banda derecha y lanzó un fortísimo centro, que la defensa apenas y pudo contener. Con otro tiro escarlata que se iba abriendo, terminaba la primera mitad.

Horacio López Salgado entraba a la cancha y era recibido con una plancha directo en la espinilla, aunque sólo recibió la tarjeta amarilla, misma que por cierto se empezó a utilizar en el mundial mexicano de un año atrás.

En otra falta casi inmediata Reinoso bombeaba la pelota, pero el remate de López Salgado volaba a las manos del portero.

Luego luego Toluca cometía otra falta y el camiseta número ocho tiraba potente, pero no generaba peligro. Figueroa reventaba la pelota y Prudencio volaba para la foto.

Horacio continuaba con su asedio y con velocidad ganaba la pelota, aunque mandaba su toque al vertical. En el contrarremate la sacaba del estadio, pero ya se había invalidado por falta.

El de Santiago conducía con fuerza y elegancia, para luego enviar una envenenada diagonal, que el guardameta toluqueño alcanzaba a manotear.

Roberto Hodge continuaba la tónica de disparar de lejos, pero sin colocación. Los diablos tuvieron el cabezazo de Figueroa, que no logró concretar, lo mismo que pasó en una volea clarísima de Albino Morales, que se iba a esconder entre la afición, para luego ser devuelta a la cancha.

Julio Alas tuvo para empatar el marcador, pero se tropezó dentro del área y de ahí nacería el contragolpe crema. El Pichojos despejaba y la bola caía en los pies del chileno, que intentaba proyectar a Borbolla.

Este abría hacia el Monito, que con el empeine mandaba un centro que cruzaba toda el área y Horacio López Salgado la empujaba para hacer bailar las redes.

Luego de los festejos, Carlos Reinoso recibía un tremendo patadón y caía mal sobre su hombro, pero regresaba a jugar los últimos 10 minutos con todo y la lesión.

Al equipo de Nacho Trelles se le terminaron las ideas y la última de De la Parra fue atajada por Prudencio Cortés. La afición americanista ya se paseaba con el simbólico ataúd del Toluca y después de un tiro de López Salgado y de una acostumbrada invasión de cancha de Ignacio Trelles, se terminaba el encuentro.

América se coronaba una vez más en el futbol mexicano y en apenas un año y medio en México, Carlos Reinoso ya era uno de los favoritos de la afición capitalina.

Para el siguiente torneo otra vez los Cremas se calificaron a la liguilla. Primero se enfrentaron al Monterrey. Luego de una victoria por bando, se jugaba el partido de desempate en León.

Los regios comenzaron ganando con un golazo de Guerra, pero tenía que llegar el chileno con una inigualable palomita y después con un potente cobro de penal, para que el América llegara a su segunda final consecutiva.

Se jugaba a partido único y la nación americanista tenía esperanzas del bicampeonato. Sin embargo una máquina aplanadora de nombre Cruz Azul apagó el fuego con cuatro goles en 46 minutos y hacían completamente inútil el tremendo testarazo de Enrique Borja al 90’.

En la 72-73 y la 73-74 el club no pudo pelear por el título, pero Reinoso seguía jugando como un gran señor. En la Copa de 1972 marcó un gol finísimo, desde la media cancha al Atlético Español, que es definitivamente el segundo mejor de toda su carrera futbolística.

Debido a su insuperable nivel era un hecho su consideración para las eliminatorias de la CONMEBOL rumbo al mundial de Alemania.

Lamentablemente por aquellos años no era obligatorio cederlo a jugar con Chile, al no existir las llamadas fechas FIFA. Sin embargo fue partícipe de la clasificación de su país.

Para aquella fase previa a la Copa del Mundo, los sudamericanos se dividieron en tres grupos. Perú y Venezuela acompañaban a Chile, sin embargo la Vinotinto se retiró y se tuvo que definir a ida y vuelta en Lima y Santiago.

Después de victorias de ambos países por 2-0, se tuvo que jugar un partido de desempate en Montevideo, donde Reinoso sí participó y fue clave para la victoria chilena por 2-1. Esto los llevaba a un nuevo encuentro, pero ahora en repechaje ante la extinta URSS.

Golpe de Estado en Chile

Fue ahí donde sucedieron dos capítulos completamente fuera de lo normal. Primero, el 11 de septiembre de 1973, Augusto Pinochet iniciaba un golpe de estado para derrocar al gobierno izquierdista de Salvador Allende y comenzar así una dictadura que golpeó profundamente los espíritus chilenos.

Ocurrieron muchísimos episodios lamentables en esa época. Uno de los más duros fue que se convirtió al Estadio Nacional de Santiago de Chile en un centro de detención. Ahí se retuvieron a cerca de 40,000 personajes contrarios a Pinochet y muchos fueron ejecutados in situ, en la misma cancha de futbol.

Esto, por supuesto, fue condenado por la URSS y el resto del mundo. Los soviéticos rompieron relaciones con el gobierno chileno y aunque Pinochet primero prohibió el viaje de la Selección, acabó por ceder para dar una imagen de relativa normalidad.

Guillermo Cañedo prohibió el viaje de Reinoso rumbo a latitudes europeas y La Roja se trasladó a Moscú sin una de sus figuras.

Partido Prohibido

En la capital de la Unión Soviética los locales habían recibido la orden de vencer por tres goles o más, ya que sabían que no viajarían a Chile por el partido de vuelta.

Este encuentro no fue transmitido ni por radio ni por televisión, por mandato directo del gobierno. Los jugadores sudamericanos dieron un partidazo y a base de garra y fuerza, lograron contener los embates europeos y se fueron con el 0-0 de vuelta a casa, en el llamado Partido Prohibido.

Como ya estaba planeado, los soviéticos anunciaron que no viajarían a Chile y exigieron a la FIFA que se jugara en una sede neutral, cosa que el máximo organismo ignoró, como solía hacer en esos tiempos, esquivando conflictos políticos.

Sin embargo los disidentes seguían muriendo y la dictadura era una realidad. El Estadio Nacional recibió a unos cuantos miles de aficionados y en una imagen perturbadora y muy triste, los seleccionados chilenos, entre ellos Carlos Reinoso, tocaron la pelota desde la media cancha hasta la portería, para que el Chamaco Valdés rematara a gol.

Una descorazonadora jornada, que se bautizó como el Partido Fantasma, en donde los chilenos no tuvieron rival en el césped de Santiago. La FIFA le otorgó una victoria por 2-0 y con ello se clasificaban al mundial de Alemania 1974.

Final de Copa 1972-73

Seis meses antes del campeonato internacional, el América tomaba su revancha ante Cruz Azul, aunque ahora en la final de la Copa 1972-73.

Luego del empate a unos en la ida, los cementeros iniciaban ganando la vuelta, pero Osvaldo Castro ‘El Pata Bendita’ disparó con esa inolvidable pierna izquierda para empatar el partido.

Al 61’ Hodge aprovechó un mal rechazo defensivo para poner el 2-1 definitivo y así conseguir la sexta copa para el club.

Copa del Mundo 1974

El ahora apodado Maestro Reinoso portó la camiseta número 10 en la Copa del Mundo. La suerte no acompañaría a Chile en el sorteo, emparejándolo con las dos Alemanias, Democrática y Federal, además de Australia.

Ante la Alemania Federal de Beckenbauer, La Roja perdió después de un absoluto golazo de Breitner y aunque lo intentaron, no pudieron contra la poderosa maquinaria europea.

Luego se enfrentaron a la Alemania Democrática. Carlos Reinoso tuvo dos jugadas muy importantes en el segundo tiempo y comandó los ataques de su Selección con mucha técnica y liderazgo. En un tiro libre rozó el poste de Jürgen Croy y luego Elías Figueroa se aventaba de tijera y su pelota se iba al larguero.

A pesar de todo, era Hoffman el que abría el marcador, con un remate de cabeza en las narices del portero sudamericano.

No obstante, con mucha fiereza los chilenos empujaron y 14 minutos después, tras un largo trazo, el Maestro mandaba un centro venenoso, que Ahumada alcanzaba a empujar a las redes.

Contra el equipo oceánico, debían ganar por varios goles para aspirar a la clasificación, aunque seguían dependiendo del marcador de horas más tarde, entre las dos Alemanias.

El primer tiempo fue un aluvión de llegadas chilenas, pero no lograron concrearlas. Incluso el americanista tuvo un cabezazo pleno frente a la puerta y se fue a estrellar con el guardameta.

En la segunda mitad la cancha se anegó bajo la torrencial lluvia de Berlín y la nota internacional se dio cuando un grupo de exiliados chilenos ingresaron al campo con una gigantesca bandera de Chile, en una manifestación en contra de la dictadura de Pinochet.

La Selección ya no pudo contra la defensa australiana y el partido se encharcó, literalmente, en un campo que parecía alberca. Los Socceroos tuvieron un par de opciones para marcar su primer gol en Copa del Mundo, pero no lo lograron.

En el último suspiro del juego, Reinoso mandó un centro a la desesperada y la pelota se le resbalaba al portero; el delantero chileno sólo tenía que empujarla, pero la defensa desviaba in extremis.

Chile se iba eliminado y así se terminaba la participación de Carlos en mundiales de futbol.

Luego del torneo estuvo en pláticas con el Real Madrid e incluso ya tenía casi todo listo para plasmar su firma, sin embargo, el poderos Emilio Azcárraga le dijo “si te vas del América, no vuelves a jugar futbol”. Y el chileno, por supuesto, regreso a México.

Copa América de 1975

Su último gran torneo con la Selección sería la Copa América de 1975 que se jugó en varios países. Pondría fin a su cuota goleadora con Chile en partido que perdió frente a Perú, en Lima, con un tiro libre que le botaba en el área chica al guardameta.

Temporada 1975-76

Después de que la 74-75 fuera lamentable para el América, la 75-76 se convertía en una campaña inolvidable para el Maestro y todos sus aficionados.

Los de Coapa se posicionaban en el primer lugar de la tabla después de las 38 jornadas, en las que la señorial pierna derecha del centrocampista chileno se llenaron de goles y asistencias, dejando un legado imborrable y permanente por el resto de la historia del futbol mexicano.

En el que sería su torneo de consagración como leyenda americanista, el Maestro Reinoso firmó 10 goles, varios de ellos antológicos.

Después de vencer a los Tecos en cuartos de final, Reinoso provocaba el autogol con que ganaban la ida frente al Unión de Curtidores y luego también el de la victoria en la vuelta, ya en el Estadio Azteca.

Final de Ida

Con estos cuatro partidos sin recibir gol, visitaban la casa de la U de G, en un partido histórico que quedaría grabado con fuego en los recuerdos de los aficionados americanistas más veteranos.

Ahora con la camiseta número 9 en la espalda, Carlos Reinoso guiaría a los Cremas rumbo a su tercer campeonato de liga.

Iniciaba estrellándose con la barrera y luego los Leones se perdían del primero. Nájera mandaba un centro muy bueno a la llegada de Eusebio, que intentaba colocar, pero Paco Castrejón se tendía para salvarla.

Reinoso tejía los hilos de la media cancha y acechaba el área contraria, mientras la escuadra local también olía la sangre de su rival. Victorino disparaba de lejos, pero Nacho Calderón sólo la veía escapar.

Al 23’ Alcindo tuvo otra, pero la mandó por el costado. Luego Reinoso cobraba potente, pero otra vez se topaba con pared. Otra vez Victorino le daba de aire, pero Calderón hacía su trabajo.

Luego de que Nené mandara un derechazo al costado de la portería, caía el gol de la U de G. Ricardo Chavarín le pegaba con furia al balón, pero antes el colegiado ya había señalado una mano, por lo que el tanto se invalidaba y se terminaba la primera mitad.

Las emociones explotarían en el Estadio Jalisco para el complemento. El primero gol llegaba con la cabeza de Alcindo Martha da Freitas, con un remate picado a centro de Reinoso en un tiro de esquina, después de un pésimo trabajo defensivo de los tapatíos.

Los Leones intentaron responder, pero Castrejón se lanzaba para hacer un atajadón. Instantes después el América se salvaba del empate, ya que luego de una falla de la saga, el ‘Astroboy’ Chavarín la mandaba al poste.

Los Cremas defendían su ventaja y los de Jalisco intentaban acercarse por todos lados. Tuvieron una última e inmejorable oportunidad; tras un mal rechace de Castrejón, Chavarín se quedaba solo frente al marco, pero con mucha presión erraba de izquierda.

Esa llamada de atención fue suficiente para que Reinoso se pusiera la capa de héroe y reventara la final en esos últimos 10 minutos de la ida.

Primero picaba la bola que botaba frente al defensa Da Silva y Hugo Enrique Kiese condujo el balón, para llevarse al mundialista guardameta y de zurda mandarla a guardar.

El mismo paraguayo tuvo el 3 por 0, pero intento globear a Calderón y este la detuvo en el aire. No obstante, el Maestro Carlos Reinoso concretaría la goleada con el mejor tanto de toda su historia como futbolista profesional.

Después de la última intentona jalisciense, el chileno la recibía en un costado y con su infinita técnica individual bajaba la pelota para luego conducir por toda la banda y acabar con Da Silva a base de velocidad.

Al entrar al área recortó a Calderón y definió su gol con una rabona que nadie se esperaba y que hoy alimenta los recuentos de los mejores goles de toda la historia del Club América.

El juego se acababa y con ese abultado marcador, se esperaba que la vuelta fuera un trámite. Y en efecto, así fue.

Final de Vuelta

Y aunque tardaron 63 minutos, por fin pusieron el último clavo en el ataúd de la U de G. El paraguayo Hugo Enrique Kiese mandó un derechazo impoluto directo al ángulo superior derecho de Nacho Calderón y eso era suficiente para que el Club América conquistara su tercer título de liga, el segundo y último de la década de los 70.

Ocho días después se enfrentaron a los Tigres en el Campeón de Campeones. Los mismos felinos les habían arrebatado la oportunidad de ser Campeonísimos, es decir, ganadores Liga, Copa y Campeón de Campeones, al derrotarlos en la segunda.

En el juego Reinoso mandaba un bombazo que Mateo Bravo escupía y Cornero aprovechaba para poner el primero. Luego el Maestro ponía su nombre en el marcador después de una deliciosa jugada colectiva y volvía a levantar un título para el América.

Su impacto fue más allá de las canchas y se convirtió en toda una estrella mediática, codeándose con las grandes personalidades artísticas de la época como Cantinflas y Roberto Gómez Bolaños, además de enredarse en líos amorosos con Verónica Castro y Lupita D’Alessio.

Esto lo llevó a protagonizar una de las canciones más icónicas del club de Coapa en esa época.

Eliminatorias al Mundial 1978

Ese mismo año de 1977 se jugaron las elimintatorias de CONMEBOL para clasificarse al mundial de Argentina 1978 y aunque el Maestro jugó cuatro de los seis partidos, nada pudo hacer para calificar a su país.

Jugó su último partido como seleccionado chileno el 26 de marzo de 1977 en Lima contra Perú, en la derrota por 2-0. Con La Roja, Reinoso jugó 35 partidos y anotó sólo cinco goles.

En la liga el América tardaría muchos años en volver a imponer condiciones, pero a Reinoso todavía le alcanzó el tiempo para conquistar dos títulos internacionales más.

Primero fue la Copa CONCACAF, en la que el América llegó a la final después de que dos de sus rivales abandonaran la competición.

América Campeón de la Copa Concacaf

En el partido por el título se enfrentaron al Robin Hood de Surinam y con global de 2-1 lograron su primer campeonato regional.

Este trofeo le dio el pase a la entonces importantísima Copa Intercontinental, que prácticamente era el único escaparate internacional para los equipos mexicanos.

Copa Intercontinental

Se enfrentarían nada más y nada menos que contra el poderoso Boca Juniors. En La Bombonera los Cremas recibieron una paliza por 3-0.

Aunque en la vuelta en el Azteca se desquitaron. Gatti tuvo que lucirse en varias ocasiones, sobre todo deteniendo los disparos lejanos de Kiese hasta en tres ocasiones.

El segundo tiempo también le perteneció al América, que intentaba por todos lados, aunque el impresionante arquero argentino seguía parando las intentonas mexicanas.

Reinoso tuvo un cabezazo que rozó el poste antes de una pésima salida de Gatti, para que por fin Kiese metiera el de la victoria.

Partido de desempate

Esto le daba tres puntos a cada equipo y los obligaba a jugar el partido de desempate, nuevamente en el Coloso de Santa Úrsula, ese mismo viernes.

Los Bosteros pegaban primero, apenas al minuto 5, con una barrida de Severiano Pavón. Luego el Maestro filtraba un gran balón, pero su compañero no podía definir solo frente al portero.

No obstante Reinoso mandaba un centro impresionante que Aceves mandaba al travesaño. La pelota rebotaba muy cerca de la raya y mucho se discutió si entraba o no, pero al final se marcó el gol del América.

En la segunda mitad Reinoso hacía otra de crack escondiendo la bola, pero luego del centro de De la Torre, Aceves no conectaba de cabeza. El juego terminaba empatado y se jugarían tiempos extra, pero si todo seguía igual, Boca ganaría el título por gol de visitante.

Ambos cuadros jugaban con 10 hombres y aunque el América dominó, fue hasta el último segundo que tocaría el cielo. En una falta en la orilla del área el árbitro avisaba que sería la última del partido.

Kiese era el cobrador oficial, pero el jugador chileno de 33 años tomó la pelota y con las manos en la cintura planeó el último gran gol que anotaría con la playera crema.

Con su pata derecha, desbordante de magia y un amor infinito por su equipo, el Maestro Reinoso cacheteaba la pelota por encima de las cabezas argentinas y la mandaba al marco, para que entrara a media altura y Gatti sólo la viera entrar.

Este fue el último campeonato de Reinoso con el América. Después de nueve años llevando en su pecho los colores del América, el chileno Carlos Reinoso fue llamado a las oficinas de Guillermo Cañedo, quien le hizo saber que estaba fuera del club de sus amores.

Hay muchas teorías, pero todo indica que un par de compañeros solicitaron su retiro, ya que le culpaban del despido de dos técnicos, aunque también se menciona otro lío amoroso, cosa que sólo puede confirmar el mismo Maestro.

Reinoso salió a declarar que se retiraba del futbol, ya que quería ser comentarista deportivo y eventualmente convertirse en director técnico.

Entre enmarañadas declaraciones y una extrañeza inmediata, se iba el más grande americanista de todos los tiempos; un jugador que entregó su vida y alma a una institución que, como el dice, “lo sacó volando con una volea en el orto”.

En el Club América, Carlos Reinoso jugó 364 partidos y marcó 95 goles. Ganó dos títulos de liga, una Copa México, un Campeón de Campeones, una Copa CONCACAF y una Copa Interamericana.

Pero su legado más importante no fueron las anotaciones, ni los trofeos. Gracias al Maestro nació la pasión americanista, ese profundo orgullo que hace que los seguidores del club aguanten las burlas, las críticas y el odio al América.

Así como Cabinho fue el artífice de la grandeza de los Pumas, Carlos Reinoso plantó la semilla del sentimiento azulcrema, que fue creciendo durante sus nueve años como jugador de los de Coapa y que terminó por germinar en la década de los 80, donde incluso ganó un título como entrenador, aunque esa es otra historia.

Guillermo Cañedo retiró el número 8 del América, con la idea de que nunca más fuera utilizado, pero siete años después lo reactivaron.

Carlos en Coyotes Neza

Su último año como futbolista profesional fue en el Coyotes Neza de su amigo Anuar Maccise, que había comprado la franquicia de Torreón y la había trasladado al Estado de México.

Reinoso prácticamente le rogó al dueño de Televisa que le permitiera retirarse allá, ya que sin su aprobación no podría ser registrado. El Tigre accedió y Carlos se fue a jugar al Neza, que curiosamente jugaba en Texcoco.

Uno de ellos fue un tiro de tres dedos desde la esquina, que se terminó colando como gol olímpico en la portería de Ricardo La Volpe. Un genio, el gran Carlos Reinoso.

Los Coyotes alcanzaron la liguilla por grupos, pero no lograron calificar a la final y entonces sí, Reinoso se despedía del deporte, al menos como jugador. En Neza jugó 33 veces y marcó siete goles.

Se despedía así uno de los mayores ídolos de toda la historia del futbol mexicano. Carlos Reinoso ha sido nombrado como el mejor jugador de la historia del América y sólo se debate el puesto con Cuauhtémoc Blanco.

También se dice que es el mejor extranjero que ha jugado en nuestro país, aunque por goles anotados Cabinho y Cardozo lo superan ampliamente.

No obstante es un hecho inalterable que el Maestro llegó a México a romperla en todos los sentidos, enamorando a millones de fanáticos futboleros y dejando en la memoria colectiva un recuerdo que se convierte en sonrisas de todos aquellos que tuvieron la fortuna de verlo jugar al balón.

Mágico, elegante, cadencioso, regateador, tiempista, líder, decisivo, carismático, mediático, imponente, magnífico, monumental, histórico. Así fue Carlos Reinoso, una absoluta Leyenda del Futbol Mexicano.

¿Qué tanto conocías de la carrera de Carlos Reinoso? ¿Lo consideras la más grande figura del Club América? ¿Qué crees que sería de la Selección Chilena de hoy con él en sus filas? Déjamelo saber en tus comentarios.

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