En una eliminatoria como Concacaf donde los puntos se pelean con el cuchillo entre los dientes, es válido hacerse de ciertas artimañas para sacar ventaja.
Históricamente, México siempre ha sido el mandón del área, aquel que impone odio y terror en sus rivales, que siempre quieren vencerlo, lo que ha dejado más de una anécdota donde la agresividad y la intensidad cruzaron el límite.
Uno de los múltiples países que la Selección debe visitar cada cuatro años es Honduras, un país que encuentra sus mayores motivaciones en derrotar al Tri.
Para lograrlo, uno de los elementos que se pusieron en práctica fueron las famosas Serenatas, donde la gente visita el hotel de concentración del equipo y a base de cánticos y tambores hacen lo contrario a alentar, pues buscan intimidar al equipo y hacerle pasar una mala noche previa al partido.
En 1993, previo al Mundial de Estados Unidos, el Tri era dirigido por Miguel Mejía Barón, quien buscaba calificar a la Selección a la justa más importante.
Pero si ustedes creen que la eliminatoria de ahora es difícil, hace algunos años todo era aún más complicado, pues de cuatro equipos solamente uno lograba llegar a la Copa del Mundo de forma directa mientras el segundo debía enfrentar una serie de repechajes, primero ante un representante de Ocenía y luego contra alguien de Conmebol.
Afortunadamente México se encontraba en primer lugar con seis puntos a dos partidos de terminar, lo que lo tenía situado en primer lugar ya que en aquel momento las victorias solamente daban dos puntos. Detrás de ellos estaba Canadá con 5 puntos, Honduras con 3 y El Salvador con dos.
La jornada enfrentaba a México contra los Catrachos y a Canadá contra Honduras en un grupo donde todos mantenían sus posibilidades matemáticas de calificar, por lo que salir ganador era clave.
Ya en Tegucigalpa, capital hondureña, se vivía un ambiente en extremo hostil hacia los jugadores, quienes no pudieron entrenar completamente pues les activaron los aspersores en su cancha.
Previendo la famosa serenata, Javier Aguirre consiguió que un amigo hondureño se llevara en varias vueltas de coche a los seleccionados a través de un automóvil que llegaba al estacionamiento subterráneo del hotel, donde uno o dos jugadores abordaban para esconderse y llegar a un nuevo establecimiento donde debían permanecer ocultos.
La fiesta hondureña permaneció toda la madrugada, y Mejía Barón, quien se quedó en el hotel, salió para disimular. Esta estrategia tuvo efecto, pues México goleo 4-1 a su rival, lo que provocó la furia de la gente que invadió el campo y obligó a los jugadores a encerrarse en el vestidor durante al menos dos horas, hasta que el estadio fue desalojado.
La eliminatoria fue caliente, pues Canadá también venció y Méxido debió jugarse el pase contra ellos en la última jornada, donde los derrotaron 2-1 y con ello aseguraron su pase a la Copa del Mundo, mientras los norteamericanos cayeron en el repechaje ante Australia, que a su vez fue eliminada por Argentina.
Y como honor a quien honor merece, puedes encontrar la historia completa contada por Marcelino Fernández del Castillo, autor del hilo que inspiró a contar esta historia del futbol mexicano.
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