En la década de los ochentas la Ciudad de México se convertía en una gran metrópoli y el país entero vivía una transformación tecnológica, económica y social que se veía por todos lados.
Se construía de la línea 3 a la 9 del Sistema de Transporte Colectivo, lanzábamos al espacio nuestro primer satélite, el Morelos y al país comenzaban a llegar las primeras computadoras personales, video grabadoras portátiles, walkman, celulares, a la vez que comenzaba la revolución de los videojuegos.
El futbol, un deporte que igualmente evoluciona y se reinventa con el correr del tiempo, requiere que sus protagonistas se adapten y en el balompié mexicano solo hubo uno que durante la década ochentera supo hacerlo para proclamarse el más ganador del período.
Fue el América que conformó un gran grupo que logró levantar 5 títulos de liga, 2 campeón de campeones y una Copa de campeones de la CONCACAF.
Dentro de aquel grupo plagado de grandes futbolistas, hubo uno, un delantero de cabello rubio y rizado que, aunque no perduró en el cuadro amarillo, el tiempo que defendió los colores de Coapa lo hizo con gran imaginación, profunda creatividad y muchos goles, siempre innovando sobre el terreno de juego mostrándose como un jugador diferente, aguerrido, desequilibrante, ganador, único, mismo que se ganó el amor y el cariño de la afición águila que lo tiene en el recuerdo como un ícono americanista.
De padre cubano, madre argentina y abuelos polacos, Daniel Alberto Brailovsky Poliak vio la luz del sol por primera vez el 18 de noviembre de 1958, en Buenos Aires, Argentina.
Daniel comenzó jugando en su infancia futbol 5 en el colegio David Wolfsohn, la institución educativa judía más antigua del barrio de Belgrano.
En la secundaria, a los 14 años, empezó a jugar con el Club Náutico Hacoaj, un club privado de la ciudad de Tigre, siempre acompañado por su señor padre a todos los partidos.
Siendo un jovencito con aspiraciones profesionales que busca salir de la zona amateur, Brailovsky viajó a Montevideo con su papá, a escondidas de su madre, para mostrarse en el Peñarol, gracias a una prueba que le consiguió un tío que radicaba en el país vecino.
Ya que el día de la prueba cayó una tormenta torrencial en La Tacita de Plata y se suspendió el entrenamiento de los pibes de la edad de Brailovsky, los directivos decidieron llevarlo a los Aromos, donde entrenaba el primer equipo para que no desaprovechara el viaje.
15 minutos de prueba había ordenado el mítico técnico aurinegro, Roque Gastón, pero a los 5 el argentino ya había convertido un gol.
Lo dejaron todo el interescuadras y los suplentes terminaron por ganarle a los titulares con 3 dianas de Brailovsky.
‘El Ruso’, se convertía en profesional sin disputar muchos partidos en inferiores y debutaba con los mirasoles a los 18 años, en 1976.
Al poco rato ya jugaba Libertadores con el Peñarol mientras alternaba con la selección juvenil uruguaya, siempre con el característico estilo de las calcetas abajo.
Después de 3 años en Uruguay y conseguir el campeonato de liga de 1978, Brailovsky rescindió contrato con Peñarol y regresó a Argentina para estar cerca de la situación clínica de su padre, demostrando que para él la familia estaría primero.
Pasó cerca de un año sin jugar cuando recibió una llamada de All Boys y en 1980 se enroló con los albos para debutar contra Platense cobrando un penal y fallándolo ante la rechifla por ser conocido hincha del calamar.
Después de algunas fechas en las que sufrió lesiones musculares por la inactividad, Daniel Alberto retomó su mejor nivel anotando goles a racimos.
Boca, River, Racing, Talleres, Independiente, todos probaron la pólvora del bonaerense y fueron precisamente los Diablos Rojos quienes a través de Grondona le convencieron para vestirse con la del Rey de Copas.
Ya como futbolista del Independiente durante un partido ante Talleres de Córdoba en el que Brailovsky marcó dos goles, reclutadores del Barcelona lo buscaron, pero el joven argentino se negó pensando que no sería llamado a la albiceleste viviendo en Cataluña.
Con El Rojo fue que cobró su primer gran sueldo, mismo dinero que utilizó para comprarle un departamento y un carro a sus padres.
Todo apuntaba para que Daniel Alberto fuera una leyenda eterna de Independiente con figuras como Burruchaga, Clausen, Giusti y Bochini a su lado.
Sin embargo, el destino le tenía preparado otro futuro a la entonces joven promesa argentina.
Panchito Hernández y Gonzalo Carbajal, dos grandes directivos del Club América, viajaron a Argentina para buscar fichar a Ricardo, el‘Tigre’ Gareca, un delantero de enormes cualidades.
No obstante, los hombres de cuello blanco recibieron la noticia de un jovencito con mucho futuro que había jugado algunos partidos con la selección argentina al lado de Maradona.
¿Sus habilidades? Era veloz, hábil con la pelota en los pies, rapidez mental para driblar, pisar el balón y dejar solos a sus compañeros frente a oportunidades claras de gol.
A pesar de ir por El Tigre, fue entonces que Panchito Hernández y Carbajal se decantaron por Brailovsky, quien pensaba que llegaba al América de Cali, Colombia y no al de México, que el argentino ni siquiera conocía.
Luego de convencer a su mujer, prometerle una luna de miel larga y la mejor aventura de sus vidas, Brailovsky Poliak viajó a la Ciudad de México para convertirse en jugador del América en 1982.
Su primer torneo como emplumado lo vivió difícil en la 82-83 por una operación que lo alejó un tiempo del campo y a su regresó alternó con Outes, Batata y Bacas sin poder quedarse como titular indiscutible.
Con la casaca amarilla debutó el uno de octubre de 1982 ante el Atlético Potosino con victoria de 2-0, en compromiso correspondiente a la fecha 5.
Su primer gol lo haría 14 días más tarde, en el Estadio Azteca, en la goleada de 3 a 0 del Águila sobre Monterrey, luego de un excelente pase de Juan Antonio Luna.
Aunque América terminó la temporada primero de la general con 26 victorias, 9 empates y solo 3 descalabros, fueron eliminados en semifinales por el odiado rival, las Chivas, durante la recordada bronca del 22 de mayo del 83, encuentro que Brailovsky vio desde un palco al lado de Panchito Hernández.
Sin embargo, la siguiente campaña sería la del repunte para el jugador argentino ya que vendrían los triunfos, los títulos y su consagración en la oncena como inamovible.
Durante la 83-84 el América buscaba sacarse la espina del torneo anterior y vaya que lo conseguiría con la ayuda del Ruso.
Los de Coapa terminaron líderes del Grupo C y de la tabla general con 51 unidades, producto de18 triunfos, 15 empates y las mismas derrotas.
América se enfrentaba en el Estadio Azteca al Necaxa en la fecha 6 donde el Ruso ya daba destellos del pedazo de futbolista que estaba hecho.
El argentino se lucía con una asistencia para Echaniz, un oso clarísimo frente a la portería y un golazo de bandera luego de tirar un globo ante la salida de Adrián Chávez, diana que decretaba el 3-2 final y la victoria para su causa.
A lo largo de la campaña, ‘El Ruso’ no se cansó de enamorar y agradar a propios y extraños.
Con sus atrevidos regates y explosividad, Brailovsky llegaba muy fácil a línea de fondo para mandar el centro o internarse dentro del área rival y acabarla él mismo.
Luego de una temporada regular más que aceptable, las águilas de Reinoso se enfrentaban en los cuartos de final al Monterrey, equipo al que echaban por global de 2-1 y anotaciones de Lalo Bacas para el América y ‘El Abuelo’ Cruz para Rayados.
En las semifinales, ante la Máquina de la Cruz Azul, América volvió a salir avante con autoridad. En el partido de ida resolvió todo.
Primero Juan Antonio Luna al minuto 7, quien se mandó un golazo después de una muy buena jugada individual.
Después el Ruso Brailovsky corrió a máxima velocidad para alcanzar un pase filtrado de Carlos de los Cobos, mismo que definió con maestría tocando por un lado del meta celeste.
Cruz Azul tuvo la suya, pero Zelada le dijo que no a Gustavo Vargas.
Más nada hubo para el equipo cementero en la serie ya que el partido de vuelta se cerraba con donas en la pizarra.
Brailovsky y las águilas conseguían el anhelado pase a la final del siglo donde se verían las caras con las Chivas, plantel del que buscaban revancha luego de la bronca y derrota en las semifinales una temporada atrás.
En la ida, en el Jalisco, Brailovsky comandó la ofensiva americanista con toda su pericia.
Temprano en el encuentro, Ortega cedía para el Ruso en medio campo, el argentino tiraba una pared desequilibrante que lo dejaba casi solo dentro del área tapatía, se adelantaba de más el balón, pero Celestino Morales achicaba concediendo rebote y Hermosillo llegaba solamente para empujarla fácil.
No obstante, Jorge Alberto Narváez señalaba fuera de lugar y el gol quedaba anulado.
Brailovsky tomaba la esférica en tres cuartos de cancha y la tocaba con inteligencia para el movimiento de Hermosillo.
El de Cerro Azul no se la pensaba dos veces y prendía un fogonazo al ángulo que plasmaba en la pizarra el primero de la noche al minuto 9.
Luego el argentino tiraba un centro al corazón del área que Tena cabeceaba, pero que Celestino retenía muy bien al fondo.
Otra vez a balón parado el flaco delantero sacaba un pase dividido al 62' para dejar absolutamente solo a Mario Alberto Trejo quien se limitó a tocar el balón por un lado para vencer a Morales.
A pesar de la ventaja de 2 goles por cero, el América cometió el grave error de relajarse y concedió a las Chivas el empate durante los minutos finales del cotejo.
Los primos hermanos, Eduardo y Néstor de la Torre se encargaron de emparejar los cartones al 79’ y 82’ respectivamente.
Para la vuelta parecía que todo terminaría en otro gran fracaso americanista contra el odiado rival ya que en la infancia del compromiso Armando Manzo se iba a las regaderas tras una entrada muy fuerte y por detrás sobre Eduardo de la Torre.
Finalizaba el primer tiempo y el América contaba solo con 10 hombres sobre el terreno de juego, sin embargo, Reinoso habló fuerte y claro con todo el plantel, pero sobre todo con Brailovsky: “Ahora, este partido me lo ganas tú”, le dijo.
Entonces fue que el Ruso frotó la lámpara para jugar la segunda parte junto a unos compañeros inspirados, ansiosos y con furia en sus rostros sin ceder ventaja pese a la superioridad numérica del rival, mismo que sabían mermado por el penal atajado de Zelada a Cisneros.
Brailovsky la tomaba en medio campo y con su portentosa habilidad lograba salir airoso ante sus marcadores, se metía en el área e intentaba un embate que se estrellaba en Quirarte, la pelota salía rebotada hacia el Tucumano Bacas quien no perdonaba metiéndola entre las piernas de Celestin.
Al 65’, el Ruso mandaba la pelota al área con un centro cerrado hacia primer poste.
La bola salía peinada por Javier Aguirre y Alfredo Tena cerraba la pinza con la testa para poner el 4-2 redondo.
Aunque Chivas consiguió de penal el gol que los metía al partido, América sentenció sus aspiraciones, otra vez, con una jugada que empezó Brailovsky desde el corner izquierdo para que Aguirre la culminara con un escopetazo que terminó en el fondo de la red.
La final terminaba con global de 5-3 y el Ruso se proclamaba campeón por primera vez en el futbol mexicano.
Con sus magníficas actuaciones, de a poco se fue ganando el corazón de la grada y para la 84-85 se consagraría como toda una leyenda americanista.
Carlos Reinoso comenzó la campaña, pero luego se separó del plantel y le entró al quite Miguel Ángel López para terminar el torneo.
Las Águilas cosecharon una campaña inolvidable con sólo 9 derrotas en 38 compromisos y por supuesto, entraron a Liguilla.
En su tercer torneo consecutivo viéndose las caras con el odiado rival en la fiesta grande, tocaba enfrentarlos en cuartos y como siempre sobre el césped con sobrada inteligencia, el Ruso orquestaba el primer gol americanista luego de un pase filtrado con mucha visión para Hermosillo, mismo que llegaba a línea de fondo y cedía para Alex Domínguez quien solo la empujaba para salir corriendo a festejar su gol.
Chivas mal y de malas era castigado con un gol anulado y minutos más tarde Alex volvía a clarear a los tapatíos luego de una buena jugada colectiva entre Luna y Hermosillo.
Cisneros volvía fallar ante Zelada desde los once pasos arruinando su carrera para siempre y el segundo tiempo no tuvo más qué destacar que un par de salvadas del meta americanista.
En la vuelta y sin el Ruso en el campo, las águilas se salvaron en múltiples ocasiones, pero consiguieron avanzar a semifinales luego de otro gol de Domínguez, esta vez de tiro libre, con la pronunciada colaboración del Zully Ledesma.
Los rojinegros del Atlas se la rifaban en las semis protegiendo bien su marco.
En la ida en el Estadio Jalisco se decantaba empate a unos con goles de Acebes para los zorros y Hermosillo para las águilas.
En el Azteca, los 90 minutos se empataron a ceros y en los penales América salió triunfante luego del único yerro de López Lomelí y los aciertos azulcremas del Ruso y compañía.
Daniel Brailovsky estaba en la gran final del futbol mexicano por segundo año consecutivo y los emplumados recibían a unos Pumas poderosos que fueron líderes absolutos del torneo regular y que contaban en sus filas con grandes gatilleros como Tuca Ferretti, Luis Flores, García Aspe y Manuel Negrete.
El partido de ida de la gran final se llevó a cabo en el Estadio Azteca.
Durante el cotejo Brailovsky estuvo muy participativo cediendo bolas a sus compañeros, tejiendo jugadas de gol y corriendo a máxima velocidad por todo el campo, sin embargo, Pumas abría el marcador luego de la raya que un Alberto García Aspe de 17 años sacaba al minuto 79.
Finalmente, el partido se empató en el último minuto tras un centro de Trejo que acabó en la frente de Hermosillo, mismo que con su altura y presencia física mandó a guardar al poste más alejado de Espinoza.
El Estadio Olímpico Universitario se encargaría de albergar el partido de vuelta, donde se esperaban a unos Pumas agresivos, volcados al frente y metiendo muchos goles, pero la actuación de Héctor Miguel Zeladafue suficiente para mantener en ceros su puerta y terminar el encuentro sin daños para ambas partes.
Como ni el gol de visitante ni la posición en la tabla eran considerados criterios de desempate, se disputaba un tercer encuentro en una cancha neutral, según indicaba el reglamento en ese entonces.
"Un acuerdo el cual tomó la asamblea de presidentes hace dos años. A partir de entonces, sabíamos que habría un tercer partido, creemos que es bueno, que es justo, pero pues el tercer será a morir por lo que habrá campeón el próximo martes.
Se escogió a la Corregidora de Querétaro.
Aquel 28 de mayo de 1985 significó una noche memorable, destacada, única, inolvidable para Daniel Alberto Brailovsky, a pesar de las polémicas arbitrales.
Primero al 11' de tiempo corrido marcó desde los once pasos con un trayazo rasante luego de una mano Puma dentro del área.
Posteriormente definió con soltura después de un excelente pase al espacio por parte de Eduardo Bacas.
Los universitarios descontaron por vía del Tuca, pero no les alcanzaría pues el argentino confeccionó una jugada colectiva de grandes hechuras para que Carlos Hermosillo clavara el gol del triunfo.
De esta manera, América, comandada al ataque por el Ruso, conseguía el bicampeonato y el quinto título de liga para la escuadra americanista ante otro rival de gran enemistad.
El sudamericano no estaba conforme y quería hacer más grande su nombre y legado dentro del club amarillo, pero el torneo siguiente significó su fin en el futbol mexicano y prácticamente del balompié profesional.
El conjunto azulcrema quería el tercer título de liga al hilo y así lo demostraba durante la fase regular terminando como el segundo mejor equipo con solo un tropiezo.
Llegaban entonces a la Liguilla del PRODE 85, uno de los torneos cortos en los que se dividió la temporada 85-86 por el mundial en México.
No obstante, Daniel Alberto Brailovsky ya no disputaría la fase final del certamen y abandonaría el país antes de los cuartos de final de vuelta ante la U de G, luego del sismo de magnitud 8.1 en la escala de Richter que azotó a la Ciudad de México, el 19 de septiembre de 1985.
Al encontrarse en un hotel de concentración cerca del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, El Ruso y los demás jugadores americanistas no sintieron el terremoto que aconteció en la capital del país.
No obstante, al recibir una llamada desde Polanco por parte de su señora esposa que estaba embarazada, pidió permiso a la directiva para abandonar la concentración e ir a verla.
Durante el trayecto a su casa, Brailovsky fue testigo del mortal terremoto, uno de los más trágicos y devastadores en la historia de la metrópoli azteca.
Con edificios derrumbándose como naipes, hospitales con sobrecupo y una esposa a punto de dar a luz, Brailovsky siguió la recomendación del médico del club, quien les sugirió tener a su bebé fuera del país ya que mantenerlo acá significaba un tremendo riesgo por la situación sanitaria de los nosocomios y el alto riesgo a contraer infecciones.
El Ruso no se lo pensó un instante y abandonó México para volar a Argentina donde nació su hijo, sin avisar a nadie sino hasta llegar allá. El América no vio con buenos ojos el actuar de su delantero y acudió con la FIFA para suspenderlo por dos años.
Posteriormente, América y Brailovsky llegaron a un acuerdo para retirar el castigo siempre y cuando el argentino regresara parte del dinero de su contrato.
Con la sanción reducida y el interés de varios equipos argentinos y europeos por sus servicios, el Ruso buscó contratarse, pero el América le pidió jugar en una liga de pocos reflectores y no afectar los intereses del club, extrañamente.
Siendo así, Brailovski partió a Israel donde jugó para el Maccabi Haifa de 1986 a 1988.
Curiosamente también participó con la Selección Israelí, tuvo 18 convocatorias e incluso marcó 3 goles, aunque ningún torneo importante.
En ese país encontró la pasión ni el amor para jugar con sentimiento y entrega.
Entonces decidió retirarse definitivamente del futbol profesional cerca de los 30 años.
Así terminaba, muy temprano y por la convicción de ver y saber bien a su familia, una corta llena de calidad, talento, inteligencia, garra, entrega, determinación, pero sobre todo un exquisito manejo de balón.
No cabe duda que el amor de Brailovsky por el América se reflejaba en su ir y venir incansable dentro del rectángulo verde, en sus fintas, regates, corridas a máxima velocidad, goles y hasta en sus celebraciones.
Sin embargo, como todos sabemos, alejarnos de un amor siempre es una decisión difícil, tormentosa, agridulce. Más aún cuando la determinación de partir se toma por acontecimientos incontrolables, repentinos, que nos obligan a alejarnos del lugar donde somos felices.
El Ruso ha declarado que jamás se arrepentirá de la decisión que tomó en 1985 ya que puso primero al ser humano por encima del futbolista y no tardó mucho tiempo en volver al país para desarrollarse, sin mucho éxito, como director técnico, y posteriormente como analista deportivo, donde se desenvuelve con soltura al lado de otros ex futbolistas y cronistas del medio, siempre defendiendo fervientemente al Club América, ese equipo donde se consagró como una Leyenda del Futbol Mexicano.
¿Qué lugar se merece Daniel Alberto en la historia americanista?
¿Consideras que una leyenda se puede forjar en pocos años siempre y cuando consiga campeonatos?
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